- In the first four months of this year, more than 1,400 sexual violence cases against girls were reported.
- The country has one of the most restrictive legal frameworks for accessing abortion, even for girls who are survivors of sexual violence.
- The State must comply with recommendations from international bodies, including those to ensure access to abortion for girls, particularly survivors of sexual violence.
Guatemala City, July 26, 2024 – This week, the Inter-American Commission on Human Rights (IACHR) conducted an “in loco” visit to Guatemala to observe the human rights situation, focusing particularly on vulnerable groups from ethnic-racial and gender perspectives. A week earlier, the United Nations High Commissioner for Human Rights also visited the country to address issues including gender inequality and violence against women and girls. The Center for Reproductive Rights, Equality Now, and other civil society organizations contributed to and participated in these visits, aiming to amplify the calls of these human rights monitoring bodies for the protection and promotion of the rights of girls and adolescents.
Guatemala continues to have some of the most restrictive legislation on abortion access. This health service is prohibited in all cases, with the sole exception being when the life of the pregnant person is at risk. It is estimated that every 46 minutes, a girl becomes a victim of sexual violence, and on average, five girls become pregnant daily as a result of this violence. This situation puts the country on the brink of a sexual and reproductive rights crisis.
Adding to this is a historic deficit in comprehensive sexual education (CSE), recognized by international bodies as a tool to prevent and address issues such as sexual violence and pregnancies in girls and adolescents. Only 10% of adolescents use any contraceptive method, and more than half (56.47%) have not received information on how to prevent pregnancy. It is the State’s obligation to provide CSE so that children can detect cases of sexual violence, as established by the Inter-American Court of Human Rights in the ruling of the case “Paola Guzmán Albarracín vs. Ecuador.”
“Women and girls in Guatemala have the right to live free from violence, to make decisions about their bodies, and to access quality health services. It is urgent for the Guatemalan State to comply with its international obligations and follow the recommendations of the human rights monitoring bodies in the country. Current policies not only fail to protect survivors of sexual violence but also severely limit their access to essential health services,” said Fernanda Vanegas, Associate Director of Advocacy and External Relations at the Center for Reproductive Rights.
In this context, sexual violence laws need to be modified, as they incorporate outdated paradigms like the use of force, which in practice means that the crime is only recognized when there is evidence of intimidation and violence. Today, international standards establish that force is not a necessary element to judge cases of rape. The Inter-American Court of Human Rights has clarified that the prosecution of these cases should focus on consent, which must be explicit and not inferred, and is considered vitiated when there are power imbalances, as noted in the Court’s ruling of the case “Brisa de Angulo vs. Bolivia.”
“It is urgent for the Guatemalan State to protect women, adolescents, and girls who are survivors of sexual violence. Currently, the statistics for these crimes are alarming. The crime of rape is contingent on the existence of evidence of physical or psychological violence, rather than the international standard of consent, which increases obstacles for survivors’ access to justice. The Guatemalan State must incorporate consent into any reform on sexual crimes, especially protecting indigenous, Afro-descendant, or disabled women, adolescents, and girls,” affirmed Ana Elena Obando, Equality Now’s legal advisor for Latin America and the Caribbean (LAC).
Among the most urgent measures that the Guatemalan State must take to fulfill its international commitments are the implementation of comprehensive sexual education programs and protocols to care for victims of sexual violence. This includes providing comprehensive care to prevent unwanted pregnancies and sexually transmitted infections.
Additionally, the State must ensure access to legal abortion, not only for survivors of rape but for all who require it, as recommended by the World Health Organization (WHO). This necessitates removing the crime of abortion from the penal code and instead promoting regulation through the health system.
It is also imperative for the Guatemalan State to comply with the recommendations made by various human rights monitoring bodies, ensuring that survivors of sexual violence can access justice free from gender stereotypes and governed by the international standard of consent.
The organizations accompanying the visits of the High Commissioner and the IACHR urge the Guatemalan State to meet its international obligations to protect women and girls who are survivors of sexual violence. Guatemala has a historic opportunity to demonstrate its commitment to human rights by adhering to the recommendations issued by international bodies.
ESPAÑOL:
Guatemala tiene una oportunidad histórica para demostrar su compromiso con los derechos de las mujeres y las niñas
- En los primeros cuatro meses de este año se presentaron más de 1.400 casos de violaciones sexuales contra niñas.
- El país tiene uno de los marcos legales más restrictivos para acceder a la interrupción del embarazo, incluso para las niñas sobrevivientes de violencia sexual.
- El Estado debe acatar las recomendaciones de organismos internacionales, incluyendo las recomendaciones de garantizar el acceso al aborto para las niñas, particularmente las sobrevivientes de violencia sexual.
Ciudad de Guatemala, 26 de julio de 2024 – (Comunicado de prensa). Esta semana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizó su visita “in loco” a Guatemala para observar la situación de derechos humanos, en especial “la de grupos en situación de vulnerabilidad, desde los enfoques étnico racial y de género”. Una semana antes, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos había hecho lo propio para verificar, entre otras cosas, la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres y las niñas. El Centro de Derechos Reproductivos, Equality Now y otras organizaciones de sociedad civil contribuyeron y participaron en las visitas, buscando que estos organismos de supervisión de derechos humanos fortalezcan sus llamados a la protección y promoción de los derechos de las niñas y adolescentes.
Guatemala sigue siendo uno de los países con la legislación más restrictiva para acceder al aborto. Este servicio de salud está prohibido en todos los casos, con la única excepción del riesgo para la vida de las personas gestantes. Se estima que cada 46 minutos una niña es víctima de violencia sexual y, en promedio, cada día cinco de ellas quedan embarazadas como resultado de esa violencia, lo que tiene al país ad-portas de una crisis de derechos sexuales y reproductivos.
A esto se suma una deuda histórica que el país tiene en materia de educación sexual integral (ESI), reconocida por los organismos internacionales como una herramienta para prevenir y hacer frente a problemáticas como la violencia sexual y el embarazo en niñas y adolescentes. Apenas 10% de los y las adolescentes utiliza algún método anticonceptivo y más de la mitad (56.47%) no ha recibido información sobre cómo prevenir un embarazo. Cabe anotar que es obligación de los Estados brindar ESI para que las infancias puedan detectar casos de violencia sexual, como lo estableció la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la sentencia del caso “Paola Guzmán Albarracín vs. Ecuador”
“Las mujeres y niñas de Guatemala tienen derecho a vivir libres de violencia, a tomar decisiones sobre sus cuerpos y a acceder a servicios de salud de calidad. Es urgente que el Estado guatemalteco cumpla con sus obligaciones internacionales y de seguimiento a las recomendaciones de los organismos que supervisan los derechos humanos en el país. Las políticas actuales no sólo fallan en proteger a las sobrevivientes de violencia sexual, sino que también limitan severamente su acceso a servicios de salud esenciales”, aseguró Fernanda Vanegas, Directora Asociada de Incidencia y Relaciones Externas, del Centro de Derechos Reproductivos.
En este contexto, las leyes que la penalizan la violencia sexual requieren ajustes, pues incorporan viejos paradigmas como el uso de la fuerza, lo que en la práctica significa que el delito solo se reconoce cuando hay pruebas de intimidación y violencia. Hoy los estándares internacionales establecen que la fuerza no constituye un elemento necesario para juzgar los casos de violación. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ya dejó claro que la judicialización de estos casos debe centrarse en el consentimiento, que deberá ser explícito y no inferido, y que se considera viciado cuando hay relaciones de poder, como lo señaló en la sentencia del caso “Brisa de Angulo vs. Bolivia”.
“Es urgente que el Estado guatemalteco proteja a las mujeres, adolescentes y niñas sobrevivientes de violencia sexual. En la actualidad, las cifras por estos delitos son alarmantes. El delito de violación está condicionado a la existencia de pruebas sobre violencia física o psicológica en el cuerpo de las víctimas, en lugar del estándar internacional del consentimiento, lo que aumenta los obstáculos para el acceso a la justicia de las sobrevivientes. Es necesario que el Estado guatemalteco incorpore el consentimiento en cualquier reforma sobre los delitos sexuales, protegiendo especialmente a las mujeres, adolescentes y niñas indígenas, afro descendientes o con discapacidades”, afirmó Ana Elena Obando, Asesora Legal de Equality Now.
Entre las medidas más urgentes que debe tomar el Estado guatemalteco para cumplir con sus compromisos internacionales, están la implementación de programas de educación sexual integral, así como protocolos para atender a las víctimas de violencia sexual en los que se les brinde atención integral para evitar embarazos no deseados o infecciones de transmisión sexual.
Además, debe garantizar el acceso al aborto legal, no solo para las sobrevivientes de violación sino para todas las personas que lo requieran, tal y como lo recomendó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto implica que elimine el delito de aborto del código penal y en cambio promueva una regulación a través del sistema de salud.
También es urgente que el Estado guatemalteco acate las recomendaciones que le han hecho distintos organismos de supervisión de derechos humanos para que las sobrevivientes de violencia sexual puedan acceder a una justicia libre de estereotipos de género y regida por el estándar internacional del consentimiento.
Las organizaciones que acompañamos las visitas del Alto Comisionado y de la CIDH le pedimos al Estado guatemalteco que cumpla con sus obligaciones internacionales para proteger a las mujeres y niñas sobrevivientes de violencia sexual. Guatemala tiene la histórica oportunidad de demostrar su compromiso en materia de derechos humanos, acatando las recomendaciones emitidas por organismos internacionales.